No quiero escribirte, lo siento.
No quiero hacerlo
Estoy tratando de encontrar el equilibrio, sabes, esto se me cayó por completo. No pretendo ser un mártir, ni gozar del dolor, pero las cosas son así.
Estoy parado viendo para donde agarrar… no tengo ni idea (tal vez nunca la tuve), estoy perdido.
Antes de que llegaras, las cosas no andaban tan bien.
No era algo sorprendente que me la pasara de día en día rezando para que se me acabara la vida. Flotando de botella en botella, de letra en letra; bebiendo y escribiendo. Tratando de no ser tan miserable los jueves a las 6 y los domingos a las 8.
Yo, estaba tejiendo mi propia cuerda para colgarla en la repicita de los recuerdos.
Era insoportable.
Abrupto.
Créeme, las personas me miraban a los ojos y decían “pobre tipo, está jodido”. Pensaba en comprar pastillas, ir con los psiquiatras de nuevo para que me dieran recetas y atascarme de benzodiacepinas, y tal vez comprar un arma.
No lo sé, estoy loco.
Júzgame, si quieres júzgame.
Construí torres, muros, castillos para alejarme de la gente. Vivía porque tenía que vivir y porque no puedo escoger la muerte.
En la oficina, el ingeniero me preguntaba “¿sigues con tus problemas para dormir?”
Sí, carajo, sí.
Pero llegaste, y fue lo más bonito que pude
Que pude…
No puedo decirlo (ahora)
Las cosas se fueron acomodando
Volando
Encajando
Yo estaba creyendo, yo. Aunque sabías que era un ateo.
Fui sanando,
Soltando
Viviendo
Le estaba mirando la cara más bonita a la vida, después de tantos años, después de tantas botellas, de tantas pastillas y de tantas letras.
Mis palabras se hicieron dulces, calmadas y suaves,
Mis manos…
Tu mano, cálida… en la terraza, la noche, el clima templado. Lo suficiente para sentirlo
“Si se miraban tan felices”
Pero no podía maldecirte, ni mandarte al cuerno. No, no puedo hacerlo, porque yo salí ganando en esto…
A veces pienso que es mi culpa, yo ya sabía, y aún así insistí.
Y lo fui soltando… poco a poquito
Yo vi como lo tomaste en tus manos, como lo alzaste del suelo y lo miraste fijamente…
Ahí estaba, viendo de lejos. Después desapareciste.
Yo seguí esperando, cada tarde, cada noche, cada hora… créeme, lo hice…
No pensaba irme, no en esta vida. Ni en la que sigue.
Nunca te pedí que me quisieras por lo que hago, por esas cosas baratas que puedo hacer… oh no
Solo era una cosa, una simple cosa
Pero ahora tengo miedo, me duele aquí, y estas cosas no tienen que doler
Ya no puedo,
porque me duele.
Si es mi culpa, por eso te pedí la culpa, porque es mi culpa.
Nunca debí escribir, malditas sean mis letras.
Ahora no puedo detenerme
Vicio
¿Querías al tipo seco y desgarbado?
Pues aquí lo tienes
Hay tanto para construir, tanto para levantar enormes paredes, murallas, tanto y tan poco.
Pero lo cierto es, que estoy parado viendo hacia dónde ir…
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Litost
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«Uno de los remedios usuales contra la propia miseria es el amor. Porque aquel que es amado de un modo absoluto, no puede ser miserable»
Milán Kundera.
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